Roba en un año 180.000 euros en embutidos de su propia empresa

Poquito a poquito, un empleado de una empresa de alimentación de Torrijos logró sustraer de sus almacenes casi 180.000 euros en quesos y embutidos ibéricos. Para ello, contó con la colaboración de un cómplice que le ayudaba a esconder la mercancía robada y los dueños de dos bares de la propia localidad torrijeña que lograban un beneficio al comprar la mercancía a bajo precio conociendo su origen ilícito, según se recoge en una nota de la Delegación de Gobierno. Los hurtos fueron sucediéndose de manera continuada desde hace al menos un año, tal y como confirmaron a este medio fuentes conocedoras de este caso. Los cuatro implicados en esta trama han sido detenidos por la Guardia Civil.
El empleado en cuestión, I.C.G., trabajaba en el centro logístico de una conocida firma de alimentación en el polígono La Atalaya. Aprovechaba los momentos en que estaba sólo para ir recogiendo viandas de tipo ibérico como jamones, embutidos y queso, o cecina de vaca. Luego, las sacaba del almacén escondiéndolas en contenedores de basura o en su mochila. Ya fuera, contaba con la colaboración de M.M.G.M, quien le facilitaba un vehículo para ocultar el género y distribuirlo y le acompañó en muchas ocasiones para efectuar los hurtos.
Gran parte de la mercancía robada fue a parar a dos bares torrijeños. Sus dueños, M.S.T. y O.M.P.,  la adquirieron aún sabiendo su origen tentados por su precio de ‘ganga’.

La empresa no se enteró de los hurtos. Pero los hosteleros se pasaron de listos. Los agentes del Grupo de Investigación de la Guardia Civil en Torrijos terminaron sospechando de que en el municipio hubiera unos cuantos establecimientos que vendían ibéricos por debajo del precio de mercado. Así se inició una investigación, pese a que ninguna empresa alimentaria en el municipio había denunciado una sustracción de envergadura.
En mayo se encontró la pista fundamental para resolver el misterio. Se descubrió que parte de los embutidos consumidos en un bar no habían sido puestos a la venta por su empresa comercializadora, por lo que en teoría debían seguir en sus almacenes.
La empresa hizo inventario de sus existencias tras ser alertada por el Instituto Armado. El resultado de la auditoria fue sorprendente: le faltaba género por un valor superior a  179.000 euros, desconociendo el momento y la manera en que se había sustraído.  A partir de ahí, el operario fue descubierto gracias al sistema de videovigilancia de la compañía. Las cámaras, instaladas para protegerse de robos desde el exterior, también han servido para cazar a un presunto ladrón que actuaba desde dentro.

Fuente: Tribuna de Toledo


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